Cuaderno de Bitacora - Notas y Actualizaciones al Portal de la Bruja

Wednesday, April 27, 2005

Mantened la confianza en Dios y seca la pólvora de vuestros fusiles

El tiempo y la obra de Oliver Cromwell

Tuesday, April 26, 2005

Y a tí te tengo tan lejos, amiga mía, mi vieja y querida amiga, tan lejos... ahora no sabría decir cuál de los dos es en el fondo más desdichado. Pensamientos inútiles producto de una melancolía innecesaria. Pero aún así presentes. Espero que ese florete no llegue a criar moho dentro de su vaina, no es ese el guerrero que me embrujó en una tarde de verano.

Y por el Infierno, queda un dolor de garganta que me está fastidiando... :(

Quedan... la paseante solitaria -los otros y los que se fueron en el horizonte- y el campo helado y verde bañado por los dedos rosados del alba (eos rododáktilos, allí también recordé a Homero); queda el asombro ante el trabajo ajeno del grupo de hombres (buen capitán, de nervio bien templado) cuya verdadera esencia solamente ahora acierto a comprender un poco; quedan las máscaras de los sátiros danzando de nuevo a la luz de las hogueras entre los remolinos de la bielda; la enfermera rapera con su gorrita de visera vuelta y sus ojazos enormes y oscuros iluminando la comida en la orilla de la carretera al atardecer. Queda la teniente alta de ojos claros, aparte y más allá de todo. Quedan nuestras naves, nuestras silenciosas goletas, nuestras cabalgaduras de hierro pintadas de blanco, negro y rojo, nuestros queridos vehículos a los que hemos ido cogiendo cariño con el tiempo; queda la conversación sobre los desastres del tsunami de enero, los recuerdos de los desembarcos y de los montones de muertos sin nombre, queda la música y el paseo al amanecer con la voluntaria convaleciente, convaleciente y sin embargo voluntaria, ayudando a los demás a a pesar de su propia enfermedad, lección inigualable de alegría de vivir y de sincera simplicidad teñida de una profunda y nunca antes asombrosamente contemplada valentía. Y queda la voz dulce de Anita en la distancia, envuelta en el latigazo de las aspas de los helicópteros. Quedan estos y otros recuerdos, teñidos de la bruma del olvido, pero aún presentes en la memoria.

Villalar 2005.

Tendremos que recordar el poema de Whitman. Al final, siempre es la pregunta que debe uno hacerse.

De esos ejércitos tan veloces, tan admirables, ¿qué has visto para contarnos? ¿qué queda en ti como lo supremo y más hondo? De los pánicos inexplicables, de los encuentros más reñidos o de los asedios tremendos, ¿qué queda como lo más hondo?

EL SANADOR DE HERIDAS