
RECUERDO DE LAS VIEJAS CANCIONES
Muchas veces el recuerdo de una novela, la manera especial en que personalmente nos acompaña el recuerdo de su lectura, tal vez lejana en el tiempo, puede venir condicionado únicamente por una sola frase, o por las palabras que describían a tal o cual personaje en una determinada situación; o por alguna de las dedicatorias, o por un poema incluido en ellas o insertado dentro del mismo texto del libro. Del mismo modo puede suceder con la música en relación con con la impresión que pudo dejar en nosotros determinada película, con la manera en que al cabo de los años la recordemos.
Vi por primera vez 'The Flight of the Wild Geese' siendo apenas un niño. Un grupo de mercenarios británicos, viejos soldados de fortuna casi al borde de la jubilación, decide tomar las armas una vez más para intentar el rescate de un líder africano encarcelado por un tirano de los que crecieron como hongos tras la descolonización de los sesenta. Una película no demasiado buena (aunque con un elenco de primeras figuras del cine de la época, encabezado por Richard Burton) que sin embargo ha quedado grabada en mi memoria por la canción que le daba título. Joan Armatrading cantaba al desengaño de una África que apenas había nacido a la libertad para casi inmediatamante caer en el desastre. La voz de Armatrading, llena de lirismo, de melancolía, de serena desesperanza, se preguntaba qué más se podía hacer, en unos minutos de la que entonces me pareció la más hermosa y triste canción que nunca había escuchado.
Me ha sucedido así en varias ocasiones, y de alguna manera el cine me parece haberse convertido en el refugio de algunas viejas canciones olvidadas, como si pudieran hallar en él un cierto abrigo o refugio, desde el que sembrar un recuerdo en nuestra memoria en el que seguir manteniéndose vivas mucho después de que la película haya terminado y las luces hayan vuelto a la sala de cine. En los últimos años he tenido esta sensación en un par de ocasiones. Recuerdo especialmente al escritor interpretado por John Kusack en 'Room 14-08', trasunto del Stephen King en cuyo cuento está basada la película. Todos los que hayan compartido el momento de espanto en que aquella funcional radio en la mesilla de noche parece cobrar vida propia, mientras las luces de la habitación empiezan a fluctuar, y de pronto y a todo volumen suena We've only just begun to live de The Carpenters (posiblemente en homenaje a la película de John Carpenter En la boca de miedo en la que se escuchaban unos acordes en la escena inicial) no podrán olvidar tan fácilmente como una letra aparentemente anodina puede cobrar un nuevo significado totalmente fresco y en este caso aterrador, en manos de una buena puesta en escena.
Como ningún espectador que haya presenciado El Asesinato en la Escalinata de los Cuarenta Peldaños, una de las más brillantes secuencias del por otro lado sorprendente y hermosísimo cine policíaco moderno coreano, que te deja sencillamente con la boca abierta en la butaca, podrá nunca olvidarse de ese ejecutivo elegante y discreto que se dispone a atravesar con su paraguas y su maletín el aguacero hasta su coche, mientras se acerca a él un hombre con un impermeable marrón, unas gafas de lentes oscuras y pequeñas, una katana, y el gesto más infinitamente sereno y triste del mundo, personificación del mismo corazón del Destino, mientras de fondo suena el You're my Holyday de los Bee Gees