Cuaderno de Bitacora - Notas y Actualizaciones al Portal de la Bruja

Friday, January 27, 2006



EL HOMBRE ATORMENTADO

Frank Yates dirige en 1968 la película Bullit, centrada en el personaje de un oscuro detective, el teniente Frank Bullit. La película es desde el principio una apuesta personal de su protagonista Steve McQueen. Bullit, muy conocida por la escena de la persecución automovilística, recreada luego en un spot publicitario en el que se usó la imagen de McQueen, fallecido años atrás, es sobre todo una vuelta de tuerca en el cine negro. Bullit comienza una línea diferente en el género policíaco. Los protagonistas no son héroes, ni siquiera antíhéroes como en el mejor cine negro clásico. Por el contrario, Bullit plantea la temática criminal en un registro de total asepsia, de frialdad, y en el que policías, periodistas, mafiosos, jueces y políticos se mezclan en una maraña de intereses a través de los escenarios de aeropuertos, moteles, iglesias, comisarías, tanatorios, y salas de urgencia de la ciudad de San Francisco. A pesar de lo confuso de la trama, el personaje de Bullit, desprovisto de toda connotación subjetiva, mucho más oscuro y sombrío que su heredero directo, el Harry Callaghan interpretado por Eastwood, ha representado para los espectadores un símbolo del final de la década de los 60. Es el profundo desencanto, la resaca de la década, y el inicio del replanteamiento vital que suponen los 70, y que engendrará en ese año películas como "Grupo Salvaje" y "El planeta de los simios". Bullit, junto al marinero de "El Yangtsee en llamas", será también el mejor retrato de la personalidad del propio McQueen. La mirada de Bullit, apenas atreviéndose a contemplar su propia imagen en el espejo, en el abrupto final de la película, parece anticipar el barrunto de su propio destino, trasluciendo sus obsesiones y su nunca totalmente ocultada sensación de soledad y desamparo. La mirada de Bullit nos sigue interrogando, al cabo de 38 años, acerca de la profunda soledad y desilusión del hombre contemporáneo.

Thursday, January 26, 2006


LA MENSAJERA

El director francés Luc Besson lleva al cine la vida de JUANA DE ARCO en su película del mismo nombre, reservando el papel protagonista para la modelo Milla Jovovich, a la que también dirigirá en El Quinto Elemento. La película es un reflejo bastante fiel de la personalidad de la heroína francesa. En un tono de franca desmitificación, posiblemente nos ofrece un retrato veraz de la realidad histórica. Juana de Arco aparece como una joven visionaria, impulsiva hasta extremos descabellados en el mejor de los casos, abiertamente desequilibrada en ocasiones. La visión de Besson contrasta enormemente con la serie de TV de la productora norteamericana CBS, aproximadamente de la misma época. En ésta, estamos ante un clásico ejemplo del viejo género de las vidas de santos, en el que se nos presenta una imagen claramente idealizada, serena y estéticamente irreprochable.


Sin embargo, el hecho objetivo es que, aceptando las convenciones del género en el segundo caso, o haciendo el esfuerzo de comprender la verdad debajo del mito, en el primero, la figura de Juana sigue siendo un poderoso imán, y sigue ejerciendo sobre nosotros la misma fascinación que posiblemente causaba entre sus contemporáneos. Como todo mito, las mil caras que encierra -la niña desvalida, la muchacha idealista, utilizada por los poderes de su tiempo, finalmente sacrificada por ellos, la valiente soldado, la patriota imbatible, la obstinada defensora de sus propias convicciones hasta el sacrificio de su vida- hablan directamente a nuestro corazón. Besson, especialmente, dirigiendo a Jovovich como ningún otro antes o después ha sido capaz de hacer, nos regala escenas de belleza desgarradora. El grito de Juana en el cerco de Lorena, ese desgarrador "¡¡let all those who love me, follow me!!", surge de la garganta de una niña que se sabe portadora de sueños y no de realidades. Y sin embargo, es el grito capaz de poner en pie un ejército. Por su parte, la dulzura del rostro de Lelee Sobieski en la serie de la CBS, sonriendo entre lágrimas al recibir el perdón de su padre (personaje totalmente ficticio invetado por los guionistas) antes de abandonar su hogar rumbo al presentido martirio que la aguarda, la muerte en la hoguera, seguirá haciendo derramar muchas lágrimas en los espectadores que vean la serie por primera vez.


El mito persiste y persistirá. Schiller ("mi muchacha", la llamaba en su correspondencia mientras escribía su obra teatral), Bernard Shaw, Mark Twain, Besson, y otros muchos se ocuparon y seguirán ocupándose de él en el futuro.

Monday, January 23, 2006

THE WRECK OF THE RIVER OF STARS

He terminado de leer estos días la novela titulada "El naufragio de El Río de las Estrellas", del norteamericano Michael Flynn (The Wreck of the River of Stars) publicada en España por Ediciones B dentro de la colección de ciencia ficción NOVA. Y lo he hecho con una sensación agridulce. El conjunto de personajes retratados en esta novela, la tripulación del carguero espacial Río de las Estrellas, es un grupo de personas de carne y de sangre. Pocas veces aflora tan silenciosamente, en cada una de las frases de los dialogos, la naturaleza humana con mayor realismo. Constantemente el autor, sin dejar de lado los entresijos técnicos del relato, nos sitúa cara a cara con el desamor, la envidia, el egoísmo, las pequeñas y mezquinas ambiciones, las ilusiones perdidas, las ocasiones desaprovechadas, el miedo, las ansias, los deseos, las pequeñas mezquinas o grandiosas esperanzas de cada cual. En esta novela, que entiendo interesante para los que se acerquen por primera vez a la ciencia ficción llegados desde los territorios de la Novela con mayúsculas, de la llamada "literatura seria", nos encontramos con el eco de todas las grandes narraciones, desde la literaura del diecinueve a la tragedia griega.

Hay un navío estelar en apuros, hay un plazo de tiempo para repararlo, y la reparación, que parece sencilla, y que es de hecho la oportunidad para salir de la rutina de un grupo de hombres y mujeres asqueados de sus vidas y de sus trabajos insignificantes, se va a ir complicando paulatinamente y la mayoría de las veces casi por un conjunto de siniestras casualidades, hasta poner a la nave y a la tripulación en peligro de muerte. En medio del proceso aflorarán todos esos sentimientos y ambiciones antes mencionadas, y en definitiva, iremos conociendo poco a poco, con el mismo ritmo lento y retorcido de la vida, a cada uno de los personajes.

Al terminar la novela les garantizo que habrá un sentimiento de insatisfacción en ustedes, ya que todos o gran o parte de de los grandes conceptos de nuestra civilización (amor, deber, lealtad, honor) quedarán desenmascarados, aunque no más que lo son diariamente en el transcurrir de la vida de cada uno de nosotros. Pero después, otro sentimiento llegará, si no a sustituir, sí a complementar al anterior: un profundo cariño por los personajes. Flynn consigue, al final del relato, en el que se ha mostrado en todo momento imparcial y casi inmisericorde en ocasiones con ellos, mostrándonos así un reflejo fiel de nuestra propia naturaleza, que los personajes, como modernos quijotes, lleguen a inspirarnos un profundo amor, una profunda consideración, un profundo respeto.

Al final, humanos somos, y nada de cuanto es humano puede sernos ajeno.