Quo Vadis, Europa?
Afirma Nietzsche en La Genealogía de la Moral que Nosotros los alemanes no nos consideramos desde luego un pueblo especialmente cruel y duro de corazón, y menos aún gente ligera y que viva al día; pero basta echar un vistazo a nuestros antiguos ordenamientos penales para darse cuenta del esfuerzo que cuesta en la tierra llegar a criar un «pueblo de pensadores» y a continuación enumera alguno de los medios de castigo que contemplaba el ordenamiento penal alemán medieval como la lapidación o el empalamiento. Ay, la razón, la seriedad, el dominio de los afectos, todo ese sombrío asunto que se llama reflexión, todos esos privilegios y adornos del hombre: ¡qué caros se han hecho pagar!, ¡cuánta sangre y horror hay en el fondo de todas las «cosas buenas»!
Acabamos de ganar la Eurocopa de Fútbol 2012 y apenas ayer sábado de madrugada nos levantamos con la buena noticia de los resultados de la Cumbre Europea en la que por fin empezó a abrirse la puerta a una ayuda del Banco Central Europeo a la castigadísima deuda española. Gracias al apoyo, por interés propio, de Mario Monti, y para salvaguardar la soberanía francesa ante el acoso alemán, de Francoise Hollande, y en mucha menor medida por el propio esfuerzo de nuestro Presidente, España lograba un punto de esperanza. La atroz política alemana de exigir continuos y crecientes sacrificios a los países del Mediterráno, hasta el punto de acabar con los logros sociales de los últimos cincuenta años, o de llevar a las economías de España, Portugal e Italia al borde de la bancarrota, y a la sociedad griega al borde de un conflicto civil, a fin de garantizar que los bancos alemanes no perdieran ni un céntimo de euro, y con un gobernador del BCE empeñado en incumplir con su obligación y manteniendo durante dos años su antipática cara de póker, parece por fin forzada al menos a un punto de cambio. Cambio que como digo debemos al triunfo de Hollande en las elecciones francesas y a la amenaza de dimisión de Monti en plena cumbre: en mucha menor medida a los esfuerzos de nuestro gobierno. Ha tenido que venir un francés a defendernos al pueblo español, lo que son las cosas.
Lejos queda aquella portada del ABC del 10 de abril, en la que se comprometía alegremente el futuro de España y el bienestar de los españoles, con tal de seguir la ruta suicida marcada por Merkel y Zarkozi. Por aquel entonces, en la más terrible muestra de derrotismo, nuestro gobierno lo único que sabía decir era que se cumpliría con la penitencia impuesta por Alemania "costase lo que costase" [y a quien le costase: a la clase media española hasta su destrucción].
Y ha habido [y va a seguir habiendo, no nos engañemos] mucho precisamente de eso, de penitencia. De castigo. De sufrimiento impuesto a sabiendas por unos gobiernos del norte de Europa, fundamentalmente el alemán, a los pueblos ribereños del Mediterráneo. No se ha tratado aquí sencillamente de unas normas de austeridad que la situación requería. De hecho, en 2003 fue Alemania la que incumplió sus objetivos de déficit. Ni en España el Presidente del gobierno, ni el actual ni el anterior, han tenido el coraje de dirigirse al pueblo para pedirle un esfuerzo común. En el fondo, todos sabían que lo que se pedía era un sacrificio, sí, pero de otra índole: un sacrificio religioso. El sacrificio humano de una generación de griegos, españoles, portugueses, despellejados vivos en el Altar de algún desconocido Dios Celta enterrado en una mina en el centro de algún oscuro bosque prusiano.
Los Países del norte de Europa han demostrado de nuevo un desprecio visceral hacia los pueblos que ellos consideran inferiores. El corazón calvinista, adorador del Dios Dinero e identificador entre trabajo, seriedad plana y sombría, ahorro avaricioso, y espiritu usurero, se muestra en cada gesto aparentemente serio y racional de la Canciller, en cada sonrisilla burlona del Presidente del BCE. Incluso en los comentarios jocosos de Lagarde acerca de los griegos. Se habla de austeridad, ahorro, sacrificio... valores simplistas que no pueden ni explicar ni diagnosticar ni remediar por sí solos la esencia de la crisis. Valores de hierro aplicados por gentes que se creen moralmente superiores porque tienen más dinero, y con los que se castiga, con complacencia, a los pueblos que se considera inferiores y moralmente despreciables por no tener tanto dinero como el que ellos tienen. Identificación entre riqueza y moralidad. Deshumanización, animalización, del pobre. Crueldad, fundamentalmente. De eso hemos hablado estos meses. Crueldad en una derecha económica alemana que por tercera vez en el plazo de un siglo muestra su más feo rostro. Se habla de "Más Europa" pero se quiere la imposición de un nuevo Orden Feudal regido por la Cancillería de Berlín. Otra vez, el Sacro Imperio. Que Dios, nuestro Dios católico, mediterráneo, y compasivo, nos asista cuando eso se materialice.
Y crueldad la manifestada en los buenos vasallos que han aplicado sin albergar duda alguna los castigos que llegaban de Berlín. Las editoriales y artículos de opinión que hemos tenido que leer en estos meses, laudatorios hasta extremos vergonzosos, hacia nuestros nuevos amos del Norte, han sido patéticas. Ha habido complacencia: verdadero regocijo y fruición al recortar en sanidad, en educación. En hacer más difícil que un jóven pueda acceder a la Universidad, un anciano a sus medicinas. No se ha tratado aquí de sencillamente cumplir las órdenes. Se han cumplido con entusiasmo. Y se van a seguir "cumpliendo". Al final, como recordaba Bertrand Russell, todo se reduce a que a los ricos no les gusta que los pobres tengan vacaciones ni que vayan a la universidad.
Toda esta complacencia con los dictados suicidas, con esos nuevos señores feudales que nos han estado exigiendo sacrificio tras sacrificio sin mover un dedo para ayudarnos con las herramientas del BCE, es, desde luego, antipatriótica. Antiespañola. Un verdadera traición a lo que significa el amor a la patria y su defensa. Right or Wrong, my country comes the first! dicen en el Reino Unido. En España, todos los "nuevos germanófilos" no se han enterado. Son traidores despreciables: no sólo hacia el pueblo español, sino hacia España como Idea y como Nación.
Hay esperanza, que nos llega de fuera y de rebote. Pero el camino feo, oscuro, lóbrego, de la "nacional-austeridad" y de la "euro-germanización" prosigue. Mientras Arabia Saudí construye un TAV a La Meca y China coloca su primera mujer cosmonauta en órbita, aquí paralizamos las obras de las nuevas autovías y cada nueva reunión de líderes europeos se termina pareciendo más y más a una timba de usureros. Veremos finalmente hacia dónde va la pobre Europa.