Cuaderno de Bitacora - Notas y Actualizaciones al Portal de la Bruja

Saturday, July 16, 2005

LA CARTA DE UN SOLDADO

Acabo de ver la película de Edward Dmytryk THE YOUNG LIONS (1958), que se tituló en España EL BAILE DE LOS MALDITOS. Basada en una novela de Irwin Shaw, es una película que, no me cabe duda, no sería posible filmar hoy día, por la dureza y al mismo tiempo la serenidad con la que se trata el tema de la guerra. Impresiona desde el primer fotograma. Tan moderna como La Ilíada y casi tan magnífica como ella, con interpretaciones soberbias de todos los protagonistas. Maximiliam Schell es el prototipo del soldado profesional, convertido en un metódico asesino en el campo de batalla. Marlon Brando, que comienza su carrera militar buscando un ideal que cree poder alcanzar por las armas, irá depojándose poco a poco de sus sentimientos hasta convertirse en un fantasma vacío que solamente se mantiene en pie por su idea de cumplir el deber. Ambos son oficiales alemanes en la II Guerra Mundial -los dos "Jóvenes Leones" del título-. Pero podrían, y esa es la grandeza de la película, ser oficiales de cualquier ejército. Al final, como dice otro de los protagonistas, cuando los brazos y las piernas ham saltado por los aires, se da uno cuenta de que en el fondo, en cualquier guerra, nada de lo que se pretendía cambiar ha cambiado.

Al igual que en La Ilíada, abundan los diálogos entre los guerreros y sus familias. Tensos y cínicos en ocasiones. En otras, sencillamente inolvidables. Así, nos es imposible no recordar el diálogo entre Héctor y Andrómaca en las murallas de Troya cuando, en un momento de la película, el soldado norteamericano (y judío) Noah (Montgomery Clift), dirige esta carta a su esposa, interpretada por Hope Lange. Pocas veces se habrá podido expresar con tanta sencillez el valor de lo humano y de la humanidad, frente al fantasma de la guerra. Hope se la lee a su padre y a una ama negra que sostiene en brazos a su pequeña hija. Las voces son de Hope Lange y de Montgomery Clift en off, en los párrafos finales:

El correo puede ser lento, y no quiero que te preocupes. No puedo decirte dónde estoy: lo tacharía la censura. La fotografía es magnífica; estoy encantado con mi hijita, y veo que es una niña preciosa, fuerte y despierta. Os prometí a todos que volvería con el cuerpo entero, e íntegro el corazon, no importa lo que ocurra. Volveré. Para contarle cuentos al irse a la cama; para darle sus espinacas y enseñarle a beber leche en un vaso; para llevarla al parque, y decirle los nombres de los animales en el zoo. Para explicarle por qué no debe pegarles a los niños, y por qué debe querer a su madre tanto como su padre la quiere. Escríbeme, cariño, escríbeme. Escríbeme, por favor. Escríbeme. Te quiero. Noah.

Noah y Hope serán a lo largo de la película la pareja realmente protagonista. Su sinceridad, su ingenuidad incluso, la profunda y un poco simple bondad de sus corazones, triunfará, perdurará finalmente, frente al horror de la barbarie, descubierta por los personajes de Montgomery Clift y de Dean Martin, al abrir las puertas de los campos de concentración. Antes, a media película, ambos protagonizan una de las más hermosas escenas de amor que he podido ver en una pantalla. La soledad como metáfora del estar perdidos y el amor descubierto como símbolo de la llegada a un hogar lejano, los mismos símbolos que conforman toda La Odisea, una vez más, de Homero.