¿QUIÉN ES CAPAZ DE MORIR POR AMOR?

La Tradición nos dice que uno de los medios que tiene el Diablo de poseernos es hacernos creer que no existe. Así, el ser humano, sin creer en la existencia de una forma definida del Mal, puebla su corazón con múltiples sombras, reflejos, escondidos matices incompletos del rostro del verdadero Mal. También nos dice la Tradición que el Diablo nos vence cuando llegamos al convencimiento íntimo de que nuestra maldad o nuestra debilidad son tan grandes, que ni siquiera somos merecedores de que Dios, de existir, nos ame. Cuando nos damos no por vencidos, sino más bien por perdidos, a nosotros mismos. O cuando damos por perdidos a otros: cuando negamos a los otros la posibilidad de la redención. Ví hace poco la película "The Reader". Habla directamente al corazón, sin sensiblería ni moralina, de muchas, muchas cosas. La verdad es que lo que más me sorprendió, junto a la maravillosa actuación de Kate Winslet, fue la densidad de sentimientos y de interrogantes que plantea la película, y sobre todos ellos el triunfo callado del Mal y la incomunicación como síntoma de la imposibilidad de un amor. El triunfo del Mal en alguien que por formación debería ser el más llamado a ejercer la caridad y que sin embargo da la espalda a la posibilidad de que un culpable merezca salvarse, precisamente por la educación recibida. Y también que al final, como sucedía en "Las Amistades Peligrosas" de Cloderlos de Laclos, sea el personaje más oscuro y aparentemente más despiadado de todos, el único capaz de morir por amor. Profunda y hermosa, muy hermosa, muy incorrecta políticamente, en nuestra sociedad de bustos parlantes de la CNN, muy hermosa y terrible película.