Cuaderno de Bitacora - Notas y Actualizaciones al Portal de la Bruja

Sunday, May 09, 2010


SOLEDAD

Aprovechando el ciclo dedicado al cine clásico de ciencia ficción en DVD, iniciado este fin de semana en el diario "El País", he vuelto a ver "2001". Aparte de las interpretaciones nietzschetianas y del mito del Superhombre, magníficamente desarrollado en la película (aunque dificilmente al alcance de los "no iniciados") y de la extraordinaria descripción de equipos y naves, totalmente de acuerdo con los proyectos que en aquella época tenía la NASA sobre la mesa gracias a la labor asesora de Arthur Clarke (ahora sería casi imposible pensar que algún día se harán realidad) y dado que el arte, al fin, admite múltiples lecturas e interpretaciones, muchas veces aparte o incluso a pesar de lo que el autor quiso poner en su obra, una vez más, asombrado ante ese espacio vacío y solitario en el que la nave del astronauta Bowman deambula con la claridad deslumbrante de un fantasma, me he vuelto a preguntar de qué va esta película en realidad. Y me ha vuelto a rondar por la cabeza qué es lo que en realidad puso o quiso poner Kubrick en ella. En esos grupos de monos histéricos ladrándose unos a otros por un charco de agua sucia, en esas hordas, presagio y símbolo en definitiva, del Hombre y la Humanidad. En ese Doctor Floyd, impoluto en su papel de ejecutivo espacial, y en sus colegas rusos, tan impersonales, medidos y vacíos en el fondo como él mismo ("Nosotros estamos aquí para hacer las cosas como tú quieres que se hagan" le dice otro de sus colegas, hoy sería el Empleado-Moderno ideal). En esas naves espaciales que se mecen al ritmo de vals mientras Kubrick nos invita a reímos pensando en cómo se usará un WC en condiciones de ingravidez. En el protagonista, envuelto en una música llena de melancolía, haciendo footing por un pasillo infinito entre los contenedores en los que hiberna el resto de la tripulación, un hombre sólo paseando por una senda infinita entre tumbas. Que terminará su periplo encontrando al fin, aparte como dije de la interpretación filosófica de la película, un paraíso tan lejano y solitario como todo el camino recorrido para llegar hasta él; una tumba, de nuevo, de albina y terrible pureza. Tal vez, el rostro de la muerte. Tal vez, el final lógico para una suerte de humanidad deshumanizada, que escucha y envía en silencio las felicitaciones enlatadas de los cumpleaños entre padres e hijos. Otro ilustre astronauta lo expresaba claramente, el Taylor de "El planeta de los simios", película del mismo año 1968, tan diferente, antitética, se ha dicho, de "2001", tal vez no tanto: "Me siento sólo".